martes, 16 de junio de 2009

Los martes, montaña

Sí. Al más puro estilo berlanguiano. Se trata de lo que se viene diciendo un entrene global. Y hoy, por primera vez, repetíamos programa. Serra d'Irta+Casa Jaime. ¡Che, de lujo! Como la compañía. En la pasada edición todo fue en exclusiva. Desde el paseíto de 14 Km. hasta la ducha en instalación municipal y el arrocito en el restaurante. Hoy, mediado junio, nos hemos encontrado gente (y hasta corredores y a la Cruz Roja) por el camino y hasta hemos tenido a bien compartir Casa Jaime con otros comensales. Perfectamente organizado por el amigo Josep hemos comenzado el entrenamiento cerca de las 11.00 h. Demasiado tarde para el calor que hacía pero es que somos curritos y tampoco podemos escaparnos a cualquier hora. Como novedad hemos disfrutado de un recuperador bañito marítimo, como toca, en el Parque Natural que yo ya barruntaba que no me iba a sentar muy bien. Veamos, el baño, de categoría, lo que barruntaba que no me iban a sentar muy bien eran los casi cinco kilómetros que nos quedaban hasta los coches. ¡¡Ufff, casi no llego!! Menos mal que Fonoll ha empezado a sacar isotónicos del maletero cual mago, conejos y me he recuperado momentáneamente. Tras la higiénica ducha, tercer tiempo en Casa Jaime donde casi podemos asegurar que todo lo que nos hemos comido lo hemos pagado. Cervezas, caixetes, dátiles de mar, erizos, mandonguilles (sí, Hoffman, mandonguilles), Gramona, arròs Calabuich, Priorat, Bierzo, quesos (por lo de cuadrar el Bierzo), postres, cafés, marc de cava y champagne, gin-tonics y puros (chicotets pero torcidos a mano). Ah, y agua para el de la tensión baja.
Esta vez no hubo cuarto tiempo en forma de Castillo Papa Luna+langostinos en la lonja y sí viaje de regreso para lo de la Valquiria. ¿O era para lo del tercer anillo?

martes, 9 de junio de 2009

Yasso y los brotes verdes

Este fin de semana tocaba maratón. Y ya tocaba. Que con la tontería ha sido el primero del año. Desechados el local, Valencia, el elitista Londres y alguno más que se cruzó por el camino, la elección no era difícil. Tenía que ser por mayo y como por aquello del sayo este mes es de 40 días y, sobre todo, por las ganas que tenía de volver a visitar Asturias, pues nada, que el escogido fue el Maranalón. Y, evidentemente, no erré.
Lo malo de correr un maratón en mayo es que se tiene que preparar con la calor. Y la humedad mediterránea, añado. Todavía estoy sudando la media del Port de Sagunt, donde pretendía ensayar el RM. Pero por aquello de la sarna, los picores, los gustos y los colores, a fe que entrené medio bien este maratón y que hasta hice un amago de régimen en su último mes. Sólo una botellita de champagne del bueno el día del triplete (todavía me quedan algunas para temporadas venideras) y una comida con amigos, que hasta podría considerarse de carga, el domingo anterior. En fin, lo que se viene diciendo una preparación razonablemente buena.
El Maranalón es un maratón humilde. Casero como el arroz con leche que allí se prepara. Y además lo organiza mi amigo Alejandro. A mí me prestó, que dicen por ahí. El único problemilla que tiene es que llano, lo que se dice llano, no es. El bueno de Alejandro defiende que es cuesta abajo con algunas cuestinas, pero las cuestinas se ven, jejeje. Yo, que no es que sea un zorro viejo (más por lo de zorro que por lo de viejo) ya sabía de qué iba la cosa, sobre todo cuando los primeros kilómetros ya picaban hacia arriba y teníamos que volver a pasar por esa cuestina en un segundo bucle. Así las cosas, decido sobre la marcha ir unos segundos más lento de lo previsto y muy cómodo de pulsaciones. Al paso por el kilómetro 10 sigo cumpliendo a rajatabla el primer objetivo: disfrutar del entorno y además, sufrir, lo que se dice sufrir, tampoco es que esté sufriendo mucho. Claro que en el kilómetro 13 tenemos otra cuestina. Sí, de esas que se ven, pero de 300 metros nada. De más de un kilómetro según el garmin. Durante mucho rato corremos a la vera del Nalón, que baja precioso y bravo en algunos tramos. Verdaderamente, es un auténtico lujo correr con un dorsal por estos lares. Atravesamos varios pueblines donde la mayoría de la gente se sorprende de nuestra presencia y unos pocos (entre ellos los amigos Arenesco y Esquíus) hasta nos animan, para así llegar a la media maratón. Entero, de caja muy bien y de piernas quizá un poco peor. Va ser que se acusa un poco el paseo sabatino y la intensidad de los últimos entrenos. Tras una parada en boxes para dejar a la tortuguita parece que me encuentro bastante mejor (a ello contribuye, sin duda, el hecho de que corremos cuesta abajo) y hago los mejores kilómetros del maratón. Paso el 25, el 28 y comienzo a rumiar la idea de correr un maratón en positivo. No lo he conseguido nunca. Cuando no es por fas es por nefás, pero eso de hacer la segunda media más rápida que la primera no va conmigo. Caen los kilómetros casi sin enterarme hasta que ... me entero. No, si verse se ve, pero la cuestina del 33 me pone en el sitio. Cuando rondas los 80 kilos y además llevas casi tres horas dándole, un escalón te parece el Tourmalet, pero ¡la madre que parió a la cuestina del 33! Reseteamos objetivos. El del disfrute pasa a ser sufrir lo menos posible y el de correr en positivo deviene en clasificar como primera mujer: la acabo de pasar antes de la cuestina y se ha soldado creyendo que soy buena liebre. Como bien decía Roberto Carlos (el cantante, no el tuercebotas del Madrí) todo llega en su momento sólo hay que saberlo esperar, así la cuestina se acaba y al ratín entramos en un parquecito muy guapu que debe pertenecer ya al concejo de Sama. Esto está hecho. El primer objetivo lo llevo muy bien (vamos a ver, silbar, silbar, tampoco es que vaya silbando) y el segundo casi que también, que se ha descolgado en el parque. Foto de Mr. Bolt en el 40 y a arreglarse un poquito, gesto incluido, para la entrada en meta. Algún minutillo más en esta segunda media, que a fuer de ser sincero es más favorable que la primera (así que oportunidad de oro para correr en positivo) i un marató més a la buchaca.


Por aquello de la recuperación, sidratación gentileza grasiosa y magnífica y bien regada fabada en la capital del Principado. Pero eso casi que es motivo de otro post.
Por cierto, Yasso, de nombre Bart como el de los Simpsons, era un corredor americano de los denominados populares al que, lógicamente, no se le recuerda por su 2.50 en maratón (lo que se viene diciendo menos popular) sino por idear un test predictor de la marca en maratón. Básicamente, el test de Yasso consiste en realizar dos semanas antes del maratón ocho series de 800 metros. El tiempo medio de las mismas en minutos y segundos predice el tiempo en maratón en horas y minutos. Lo hice y me salió una media en las series de 3.18 con lo que la Yasso's prediction para mi tiempo en maratón era de 3.18. Tres horas, dieciocho minutos, que se dice pronto. Cuando tenga algo de tiempo intentaré buscar alguna referencia de la correlación del test de Yasso con los brotes verdes. Más concretamente con los brotes verdes de las plantas que el bueno de Yasso cultivaba en su terraza.